Las mujeres estamos en constante cambio. De hecho, hemos visto cómo nuestras prioridades, rol social y económico se transforma en medio de un ambiente de empoderamiento y autonomía.
En este sentido, mucho se habla de la realidad de la mujer de hoy desde varias
perspectivas. Pero, ¿qué ha pasado con nuestras preocupaciones?
Las mujeres somos más fuertes, decididas y aguerridas que nunca, y estamos
en esa búsqueda constante de ser las mejores en cada uno de nuestros roles.
No obstante, es inevitable que tengamos miedos y que estos hayan cambiado
con nosotras y nuestra posición social.
En este marco, las preocupaciones de las mujeres han cambiado. No obstante, algunas se mantienen en el tiempo, propias de la naturaleza, como el miedo a la pérdida de un ser querido y el temor a la muerte y a la enfermedad.
Sin embargo, las mujeres profesionales de hoy se enfrentan a otro tipo de preocupaciones diferentes a las mujeres de antes y es el miedo a no conservar su autonomía, al fracaso laboral, la dependencia económica y la decisión de ser madre o no, muchas veces por encima de la frustración amorosa.
La dificultad que implica alinear el ciclo profesional con el personal parece un ideal difícil de alcanzar para nosotras, tanto que preferimos posponer el plan de ser madres.
El deseo de ser madre es propio de cada mujer y se despierta según su historia de vida. De acuerdo con su plan M y proyecto de vida. Algunas le “pierden” el miedo cuando alcanzan estabilidad económica, otras cuando encuentran el amor, cuando se sienten maduras, cuando aparece el instinto o cuando ya sienten que han vivido lo suficiente para no tener nada que perder.
Cada mujer tiene su momento de acuerdo con su plan. Lo mejor de todo es que cada día somos más fuertes, imponentes y llegamos tan lejos como soñamos. Con menos miedos y más confianza construimos nuestro proyecto de vida según nuestras prioridades.