Un viaje a la maternidad asistida
El significado de la maternidad hoy
Es incuestionable que el significado de la maternidad para mujeres y parejas de hoy ha cambiado tanto en su concepción como en la práctica. Son lejanas las épocas en donde el trabajo doméstico, la maternidad y la crianza de los hijos era una labor exclusiva de mujeres. En las últimas décadas, el trabajo remunerado en la mujer ha adquirido una importancia especial en la medida en que no solo es una fuente de producción para ella y su familia, sino también una fuente de desarrollo personal.
A partir de la mitad del siglo XX, tanto hombres como mujeres rompieron con la forma tradicional de concebir la maternidad-paternidad. Las relaciones más equitativas entre los géneros dan paso a mujeres que rompen con la creencia común de estar sometidas al hogar; ellas construyen proyectos de vida alternativos a la maternidad, viviéndola como una opción o como un proyecto tardío y posterior a su desarrollo como personas.
Además, mujeres y hombres construyen modelos vinculantes de maternidad – paternidad, muy diferentes a los modelos tradicionales, que se observan más integrados a las labores hogareñas y a las expresiones afectivas. Las mujeres más jóvenes, aunque no desconocen la importancia de la maternidad en sus vidas, no la perciben como su eje central y pueden plantearse formas diferentes de vida. La experiencia muestra a mujeres que se reconocen desde los papeles laborales; sin embargo, muchas no renuncian a la maternidad y una gran mayoría desea vivirla en su madurez y en un momento oportuno, engendrar hijos/as, a los que educarán de manera diferente rompiendo patrones conservadores, para construir un mundo más amable.
¿Qué pasa cuando el deseo de ser mamá o papá no se da?
Pasan días, semanas y meses y la posibilidad de un embarazo no se logra. En otras ocasiones, las mujeres quedan en embarazo, pero lo pierden a las pocas semanas, algo que a muchas les ocurre una y otra vez. Lo primero que sienten algunas mujeres es tristeza, seguida de la famosa pregunta ¿por qué a mí?; también pueden sentir e incluso culpa hacia ellas o hacia su pareja.
En medio de esta experiencia, muchas mujeres no entienden por qué el mandato de la maternidad no se da en un cuerpo biológicamente predestinado para esa función, lo que puede generarles dolor profundo y desilusión.
En estos casos, uno de los caminos que aconsejan los expertos es entender que existe una dificultad para concebir un hijo y reconocer que hay diferentes maneras de ser padre o madre.
¿Por qué estoy buscando un tratamiento de fertilidad?
Aunque la respuesta suena obvia, es importante explorar las motivaciones que nos llevan a buscar una maternidad asistida. Una de ellas puede ser un deseo real de ser padres, pero también puede motivarnos complacer a la pareja, llenar vacíos afectivos o incluso cumplir con expectativas sociales y familiares. Esto puede originar una falsa percepción del proceso al que se van a enfrentar quienes deciden iniciar un tratamiento.
Cuando los pacientes han pasado por ese proceso diagnóstico y superaron el primer impacto emocional sobre su dificultad para tener hijos, es importante entender lo que esto significa. Para empezar, se sabe que las causas de la infertilidad pueden ser de él o de ella y el médico tratante definirá las conductas de abordaje; sin embargo, es esencial que cada miembro de la pareja antes de aceptar el tratamiento piense, sienta y actúe en consecuencia, y defina si se siente preparado para vivir una aventura que implica esfuerzos físicos, emocionales y económicos.
En este punto se tomará la decisión: ¿quiero un hijo o puedo tener una vida maravillosa sin la experiencia de la maternidad? Una vez resuelta estas incógnitas y aceptado el tema, es esencial buscar la mejor fuente de información, que siempre inicia con su médico.
Lo que debería saber y esperar de un tratamiento de fertilidad-no es una máquina de bebés
Aunque la posibilidad de lograr un embarazo de forma espontánea parece fácil, la realidad es que sólo entre el 20 y el 25 % de mujeres logra el embarazo en cada ciclo menstrual en edades tempranas (menores de 35 años). Además, a medida que la edad de la mujer avanza, las posibilidades se van reduciendo, pues a los 40 años ya es de un 10 % por mes.
Esto significa que, si las mujeres se exponen a un embarazo antes de los 35 años, en promedio solo 1 de cada 4 a 5 lo logrará cada mes y a los 40 años, solo 1 de cada 10 por mes en condiciones normales.
Por ello, los especialistas sugieren que, si una mujer menor de 35 años se expone al embarazo durante un año con relaciones sexuales no protegidas y no lo logra, consulte con su médico (si tiene más de 35 años se sugiere una consulta si a los 6 meses de exposición no lo ha conseguido).
Existen diversas razones por las cuales no se logra el embarazo de forma espontánea, un adecuado análisis de la historia clínica de cada pareja permitirá seleccionar los exámenes pertinentes que permitan aclarar las causas. Por fortuna, existen diferentes metodologías y tratamientos que pueden devolver la posibilidad de lograr el embarazo.
En algunos casos, un ciclo de tratamiento puede llegar hasta a duplicar las posibilidades que se tendrían de forma natural en cada ciclo menstrual de conseguir el embarazo, van desde un 10 hasta un 50 % de posibilidades de lograrlo por ciclo, es decir que entre 1 a 5 de 10 mujeres puede lograr quedar en embarazo con cada mes de tratamiento; dicha probabilidad dependerá de las condiciones individuales de cada paciente y/o pareja, de las múltiples variables que condicionan la dificultad para lograrlo y del tipo de tratamiento indicado para cada caso en particular
La importancia de estar bien para transformar la maternidad en una maravillosa experiencia
Una mujer o una pareja que desean ser padres deben pensar qué tan preparados están para asumir la llegada de un ser humano indefenso que va a depender por mucho tiempo de ellos. Los patrones familiares y el tipo de vínculo que generen los padres van a determinar las características saludables o no de la personalidad de ese nuevo ser, por lo que resulta fundamental trabajar para reconocer las debilidades y aprender a manejarlas.
Es importante tener en cuenta que las parejas pueden incluso fortalecer su relación ante un diagnóstico de infertilidad, así como trabajar en la comunicación y apoyo para encontrar una atención médica y psicológica adecuada.
Fuentes
Jose-Miller, A. B., Boyden, J. W., & Frey, K. A. (2007). Infertility. American Family Physician, 75, 849–856.