El embarazo después de los 40 según el Dr. Juan Carlos Mendoza
Por: Juan Carlos Mendoza Ávila, Ginecólogo-obstetra especialista en medicina reproductiva
En las últimas décadas, y cada vez con más frecuencia, algunas mujeres logran el embarazo luego de los cuarenta años de forma natural o porque recurren a tratamientos para ello. A pesar de que lo ideal sería que el embarazo se diera antes de esa edad, como sociedad nos vemos enfrentados a esta realidad, por lo que es conveniente hacer un análisis del proceso, qué se debe hacer y cómo se debe preparar para esta situación.
Entre los factores que explican el incremento en la edad de las madres están la mejoría del nivel educativo y de empleo en las mujeres, la búsqueda de independencia o estabilidad económica, dificultades en la relación de pareja y la falta tiempo para cuidar de los hijos, entre otros.
Por otra parte, las mujeres tienen múltiples motivaciones para tener hijos a los cuarenta, como no tener aún el número de hijos que desean, iniciar una nueva relación en la que también desean un hijo, haber pospuesto la maternidad al no estar seguras cuando estaban más jóvenes, pero estar convencidas ahora, o haber tenido dificultades para concebir.
Una pregunta que surge en este contexto es si tener más de cuarenta años aumenta el riesgo durante el embarazo y parto. Aunque no les ocurre a todas las mujeres, la literatura científica es clara en señalar que a esa edad pueden aumentar los riesgos que se derivan del embarazo, como la hipertensión arterial, la diabetes, la preeclampsia y las alteraciones en la placenta, entre otros.
Sin embargo, también es cierto que las mujeres en estas edades son más receptivas a las recomendaciones haciéndose conscientes de muchos procesos de su salud, atienden más regular y disciplinadamente a sus citas de control prenatal, siguen las instrucciones impartidas en cambios de estilo de vida, nutrición y dieta más sana, abandono de alcohol y cigarrillo y con ello se protegen de posibles complicaciones en el embarazo.
La individualización de cada caso deberá ser la norma para evaluar los riesgos y tratar de prevenirlos, así como para asesorar y manejar las condiciones de salud previas al embarazo con el fin de intentar mejorar su pronóstico. Si se cumple con un adecuado control y valoración preconcepcional, que debería ser la norma a cualquier edad, pero con más énfasis luego de los cuarenta años, una apropiada evaluación de condiciones preexistentes tomando correctivos si es necesario y unos controles prenatales regulares y minuciosos, la evolución del embarazo y del recién nacido en este grupo de mujeres necesariamente será mejor.