Historia de las técnicas de reproducción asistida
De Egipto al primer bebé in vitro: la historia de las técnicas de reproducción asistidas
Aunque puede pensarse que la fecundación in vitro, la congelación de óvulos, la inseminación artificial y otras TRA empezaron a desarrollarse en el siglo XIX, en realidad resultaron de innovaciones y procesos científicos y sociales complejos, que empezaron a gestarse, poco a poco, desde las primeras grandes civilizaciones.
En este primer capítulo de la historia de los tratamientos de reproducción asistida, Plan M te cuenta cómo iniciaron los estudios sobre fertilidad en el Antiguo Egipto, cómo la embriología transformó a la reproducción, y cómo nació la primera bebé por fertilización in vitro en el mundo.
En los próximos capítulos espera la historia de la congelación de óvulos y la ovodonación, entre otros.
Egipto y Mesoamérica
Aunque las TRA han alcanzado niveles científicos y tecnológicos extraordinarios, sus primeros cimientos se encuentran en las civilizaciones más antiguas, donde las personas empezaron a preguntarse por la reproducción y la fertilidad.
En el Antiguo Egipto (3150 a. C. – 31 a. C), por ejemplo, se desarrollaron prácticas para tratar de diagnosticar la infertilidad, como introducir un diente de ajo en la vagina y, si el olor se transmitía a la boca de la mujer, la consideraban fértil. También probaban con distintas sustancias para evitar embarazos no deseados e incluso existe evidencia de que algunas personas se especializaban en estudiar el sistema reproductivo de las mujeres. Las consideradas infértiles recibían tratamientos como masajes y consumo de brebajes de plantas.
Aunque las prácticas no se basaron en conocimiento científico ni tuvieron éxito, impulsaron el estudio de la reproducción e influyeron en las prácticas de otras comunidades, incluso hasta la Edad Media, donde también existe evidencia del procedimiento del ajo para conocer la fertilidad.
En Mesoamérica, antes de la llegada de los españoles, también se desarrollaron conocimientos y prácticas alrededor de la fertilidad y la reproducción. Los aztecas usaban el yoloxóchitl, uno árbol ornamental, como antiparasitario, astringente y tratamiento contra la “esterilidad” femenina.
Estas prácticas continuaron desarrollándose conforme cambiaban las civilizaciones. Con el desarrollo de la metodología científica en el siglo XVIII, los tratamientos para la infertilidad dejaron de enfocarse en la observación, así como en plantas y brebajes, y perfeccionaron el estudio del sistema reproductivo.
Los primeros embriones
La primera inseminación con éxito en mamíferos fue llevada a cabo por el médico y sacerdote italiano Lázaro Spallanzani en 1784 en una perra que tuvo tres cachorros. La inseminación artificial consiste en la introducción de los espermatozoides dentro de la cavidad uterina de la mujer al momento de la liberación del óvulo.
En el siglo XIX se dieron varios pasos decisivos en el campo de la infertilidad y la esterilidad. En el año 1884 en Filadelfia (USA) se produjo el primer caso confirmado de inseminación artificial de donante (IAD), llevada a cabo por William Pancoast en el Jefferson Medical College. Un adinerado comerciante le expuso al notable doctor su imposibilidad para procrear y éste vio una oportunidad única para probar un nuevo procedimiento. Tiempo después, la esposa del paciente fue anestesiada y ante una audiencia de estudiantes de medicina, la señora fue inseminada usando el semen de uno de los estudiantes de la clase. Nueve meses más tarde nació un niño.
En 1891 Walter Heape fue el primer científico en recuperar un embrión preimplantatorio mediante el lavado del oviducto de una coneja, el cual fue transferido posteriormente a una receptora en la cual continuó su desarrollo normal. Su trabajo alentó a la comunidad científica a desarrollar el cultivo de embriones en el laboratorio.
A pesar de los avances, hasta 1959 se despejaron las dudas sobre el éxito de la FIV en animales, con los experimentos del biólogo Min Chueh Chang en conejos. En casi todos los medios de la época se utilizaba plasma sanguíneo, suero o fluidos biológicos para el procedimiento.
Conforme avanzó la embriología (subdisciplina de la genética que estudia el desarrollo de los embriones) la FIV en humanos se convirtió en una posibilidad mucho más cercana. A partir de allí, avanzarían las TRA hasta convertirse en una posibilidad para las personas.
Brown pasó su infancia viajando por el mundo con sus padres para demostrar el éxito del proceso de FIV y, casi 40 años después, al menos nueve millones de niños han nacido en el mundo con la misma técnica.
Desde ese momento, el tratamiento se ha modificado a medida que avanza la medicina, la ciencia y la tecnología. Por ejemplo, han mejorado los medios de cultivo para los gametos, se ha reducido el número de espermatozoides utilizados para lograr la fecundación y se desarrollaron nuevas herramientas para el proceso, como el ultrasonido transvaginal para la recolección de óvulos.
Como los padres de Luise Brown, miles de personas acceden hoy en día a este tratamiento para construir una familia, pero este es apenas uno de los TRA disponibles para la conformación y planeación familiar.
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